El término epilepsia proviene de una palabra griega que significa «ser cogido». Convulsiones súbitas constituyen la principal característica de esta enfermedad. La persona afectada puede caerse al suelo y experimentar contracciones musculares espasmódicas. Estos síntomas no siempre están presentes.
En el funcionamiento diario del cerebro, millones de señales eléctricas y químicas son transmitidas a partir de sus células nerviosas hacia otras partes del cuerpo. Estos mensajes electroquímicos son necesarios para casi todo lo que hacemos y sentimos. Las convulsiones son unas descargas anormalmente elevadas por actividad eléctrica que sobrevienen, repentinamente, en un gran número de células nerviosas del cerebro. Pueden provocar la transmisión involuntaria de señales anormalmente poderosas en los músculos del cuerpo.
La epilepsia es una de las afecciones más corrientes del sistema nervioso central. Aparece antes de los 25 años en una persona de cada cien. Otro 2 % de la población se volverá epiléptica entre las edades de 25 y 75 años.
Causas
La epilepsia no es una enfermedad sino un síntoma de una perturbación de la función cerebral que puede ser causada por diferentes procesos patológicos. La epilepsia que aparece en la edad adulta es, a menudo, síntoma de una mala irrigación sanguínea del cerebro, un tumor cerebral o una herida anterior en la cabeza. En el caso de los niños, la epilepsia puede ser atribuible a una meningitis sobrevenida durante la infancia o a anomalías del desarrollo cerebral. También, a menudo, es hereditaria.
Aunque se sabe que la epilepsia puede genéticamente ser transmitida, no se distingue el cerebro de la persona afectada por una forma hereditaria de epilepsia. Los fenómenos exactos que sobrevienen en el cerebro durante una crisis están mal establecidos. A menudo, las personas afectadas comprueban que ciertos acontecimientos parecen poner en marcha las crisis, particularmente:
· El consumo de alcohol, cocaína y otras drogas.
· Una exposición a luces intermitentes.
· Modificaciones hormonales.
· Una hiperventilación.
· Un sueño insuficiente.
La epilepsia cataméniale sobreviene en el momento particular del ciclo menstrual de la mujer. Las crisis sobrevienen, la mayoría de las veces, durante la ovulación o antes del principio de las menstruaciones. Las convulsiones parecen ser provocadas por los estrógenos y prevenidas por la progesterona. Esto explica por qué los primeros episodios convulsivos de ciertas mujeres sobrevienen al principio de la pubertad, cuando los estrógenos están presentes mejorando la situación, a veces, después de la menopausia.
Síntomas y complicaciones
Antes de una crisis, las personas afectadas por epilepsia sienten una señal avisadora llamada aura que puede ser un olor, una sensación particular o un efecto visual. Después de la crisis, la persona puede estar confusa, sentirse cansada o somnolienta, experimentar dolores musculares y no recordar qué pasó.
La gente piensa que una persona en crisis epiléptica corre peligro de tragarse su lengua y asfixiarse. De hecho, esto prácticamente no se produce. Si se procura abrir la boca de una persona que tiene una convulsión, podemos dañar sus dientes (o perder un dedo). Si la persona en crisis está de pie generalmente no hay nada que hacer. Si está inconsciente, podemos colocarla sobre el lado, poner algo bajo su cabeza y desabrochar el cuello de su camisa.
El estado de mal epiléptico sobreviene cuando una crisis se prolonga durante más de 20 o 30 minutos o se repite muchas veces en un lapso corto de tiempo, aunque esto constituye una excepción. Puede sobrevenir cuando el paciente interrumpe súbitamente la toma de sus medicinas antiepilépticas. En este caso, hay que llamar una ambulancia.
Diferentes tipos de ataques epilépticos
Los ataques epilépticos se clasifican con arreglo a sus características particulares.
Las crisis parciales o enfocadas tocan una pequeña región del cerebro y los síntomas de la persona varían según la región tocada.
· La crisis parcial simple no provoca ningún desvanecimiento ni alteración del estado de conciencia. La persona puede sentir espasmos en un brazo o una pierna, tener un tic facial, experimentar confusión visual de luces intermitentes o sentir un olor anormal. A menudo, las convulsiones comienzan en la mano o en la cara antes de extenderse a otras partes del cuerpo. Puede que las sensaciones vinculadas al gusto y olfato estén fuertemente exageradas.
· En caso de crisis parcial compleja existen una pérdida o alteración del estado de conciencia. La persona puede no ser consciente del lugar donde se encuentra, lo que puede durar de uno a dos minutos. La persona puede tener la mirada fija, emitir sonidos que no quieren decir nada o mover uno o dos miembros de modo brusco e involuntario, no pudiendo responder a las cuestiones de modo apropiado. Más tarde, se sentirá probablemente confuso durante algunos minutos. Las personas que sufren una crisis parcial compleja pueden dar golpes inconscientemente a las personas que procuran controlarles.
Las crisis generalizadas tocan una mayor parte del cerebro que las crisis parciales:
· Las crisis tónico-clónicas (mal grande) provocan caída en el suelo, pérdida de conciencia y espasmos musculares en el conjunto del cuerpo, durante un período de uno o dos minutos. Puede sobrevenir a veces una pérdida de control de la vejiga. Después, la persona afectada puede sentirse muy cansada y confusa. Una crisis parcial puede evolucionar en crisis tonico-clónica.
· La ausencia epiléptica principalmente sobreviene en el caso de los niños y les provoca una pérdida de conciencia de 10 a 30 segundos, acompañada por movimientos rápidos y continuos de los párpados. Los niños no caen al suelo pero no son conscientes de su entorno y no guardan ningun recuerdo de lo que les sucede durante la crisis.
· Las crisis mioclónicas están marcadas por contracciones musculares que duran menos de un segundo. No hay pérdida de conciencia pero la persona afectada puede abandonar lo que tiene entre sus manos.
· Las crisis atónicas se caracterizan por una pérdida momentánea del tono postural, provocando un hundimiento del cuerpo sin pérdida de conciencia. A menudo, quedan unas heridas porque las crisis sobrevienen sin previo aviso.
· Los espasmos infantiles afectan sólo a los bebés. Éstos inclinan repentinamente el cuerpo adelante al nivel del cuello o las caderas. Las crisis duran sólo algunos segundos pero pueden sobrevenir en series. El bebé llora más tarde y los niños que tienen espasmos infantiles están a menudo sujetos, más tarde, a otros tipos de crisis.
· Las crisis febriles son muy frecuentes durante la infancia y afectan a niños de menos de cinco años. El niño tiene fiebre y sufre de una crisis tonico-clónica. Generalmente, hay sólo una sola crisis breve. Es importante consultar inmediatamente al médico para permitirle diagnosticar la causa de la fiebre y asegurarse que no es el resultado de otra afección seria como la meningitis.
La epilepsia provoca un cierto número de complicaciones al nivel de los órganos reproductivos y sexuales, las cuales no son muy bien conocidas. Cerca de un tercio de los hombres epilépticos sufren de disfunción eréctil y numerosas mujeres epilépticas se quejan de sequedad vaginal, contracciones dolorosas durante las relaciones sexuales o una líbido reducida. Estos disturbios son particularmente frecuentes entre las personas que sufren de crisis parciales complejas cuyo origen se sitúa en el lóbulo temporal del cerebro.
Cerca del 5 % de los bebés nacidos de madres epilépticas padecen una malformación de nacimiento mientras que esa tasa es de cerca del 2,5 % para el resto de la población. Sabemos que las medicinas antiepilépticas son parcialmente responsables de estos casos suplementarios. Las malformaciones pueden ser menores o fácilmente corregidas por cirugía (malformación de los dedos, hendidura labial o palatina) aunque, en ciertos casos, malformaciones más serias como el spina-bifida también pueden aparecer.
Diagnóstico
Las personas que creen haber tenido una crisis o que la ha tenido su niño, deben consultar al médico. El médico podrá plantear cuestiones sobre las crisis anteriores, su duración, el momento cuando sobrevinieron y cómo la persona se sentía más tarde. Los antecedentes familiares son importantes.
La principal prueba para la detección de la epilepsia es el electroencefalograma (EEG). Electrodos son fijados sobre la cabeza con el fin de medir la actividad eléctrica del cerebro. Este examen no produce dolor y hasta puede efectuarse durante el sueño del paciente.
Un tomodensitografía, una tomografía por emisión de positrones y una estampería por resonancia magnética nuclear, pueden permitir obtener imágenes detalladas del cerebro. Estas imágenes son esenciales para descubrir la presencia de traumatismos, tumores, abcesos e infecciones (como una meningitis) susceptibles de provocar la epilepsia.
Tratamiento y prevención
En la inmensa mayoría de los casos, las medicinas anticonvulsivas permiten eliminar o reducir la frecuencia de las crisis. Estas medicinas se presentan bajo varias formas y no son eficaces en todos los pacientes. El médico debe probarlas con el fin de determinar qué conviene mejor a cada paciente.
Desgraciadamente, las numerosas medicinas anticonvulsivas producen efectos secundarios. Algunas pueden disminuir las funciones mentales, provocar un crecimiento de la pilosidad de la cara y hasta darla un aspecto inexpresivo. Pueden también reducir la eficacia de los anticonceptivos orales o causar malformaciones en el nacimiento.
Cuando la persona no sufrió crisis durante un año, el médico puede recomendar acabar progresivamente con la toma de las medicinas. En dos casos sobre tres, las crisis jamás reaparecen.
Los casos de epilepsia que se explican por daños provocados a una parte del cerebro, pueden necesitar cirugía si el efecto de las medicinas es insuficiente. Esto zanja a veces el problema.
La frecuencia de las crisis puede ser reducidas por la colocación de un aparato semejante a un estimulador cardíaco que actúa estimulando, de modo intermitente, el nervio vago, nervio situado en el cuello. Cuando la persona provista de este aparato siente la sobrevenida inminente de una crisis, puede prevenirla a veces pasando un pequeño imán por encima del implante para acelerar el estimulante. Todas las mujeres activas sexualmente, incluido las que sufrirían de epilepsia, deberían consultar a su médico respecto a los suplementos de ácido fólico que reducen los riesgos de malformaciones en el nacimiento. Existen también tratamientos para los problemas sexuales que la epilepsia puede provocar.
La actividad física es habitualmente beneficiosa para las personas que sufren de epilepsia y es raro que una persona sufra una crisis mientras hace ejercicio. Las personas epilépticas deben evidentemente tomar precauciones adicionales para evitar los accidentes evitando bañarse sin vigilancia, hacer funcionar maquinaria pesada o subir a una escalera. Aunque ciertas precauciones se imponen, los padres deben evitar proteger en exceso a su niño. Las personas epilépticas pueden llevar una vida feliz, activa y productiva.